Friedrich Wilhelm Murnau, Alemania, 1922, Diaphana pour MK2
Comentario
Adaptado del Drácula de Bram Stoker, la película presenta a Jonathan Harker, joven notario enviado a Transilvania en busca de un tal conde Drácula, con una misión inmobiliaria. El joven se compromete osadamente en ese viaje lejano sin pestañear y la película lo muestra de entrada dejando a su novia al mismo tiempo que la comodidad burguesa de un lugar tranquilo. En la ruta, hace alto en un albergue en el cual los paisanos, ante la simple evocación del conde, intentan disuadirlo de ir a su destino. Jonathan se burla de lo que considera una superstición local. Mientras los animales aterrados se agitan como alertados por un mal presagio y un libro sobre vampiros encontrado en su cuarto parecen prometerle una suerte funesta, Jonathan no cede un ápice a la inquietud. Continúa su camino a pesar de la súbita defección de su cochero al acercarse al castillo. Esta serie de advertencias sobre el camino de un personaje que se dirige a un lugar desconocido marcan a menudo a los relatos fantásticos.
Cuando comienza el fragmento, el paso del puente a pie por parte del héroe, después de haberse vuelto una última vez hacia aquello que conoce (y hacia los espectadores), solemniza su entrada, a su propio riesgo y peligro, en un nuevo mundo. La traducción más célebre del cartel que comenta este plano es: “Y cuando pasó el puente, los fantasmas vinieron a su encuentro”. Murnau utiliza ahora los efectos de aceleración y de inversión del negativo para mostrar directamente en la imagen que el personaje, como el espectador, ha franqueado los límites de un mundo regido por reglas de lógica temporal y espacial. Tras un curioso plano sobre una torre lejana en lo alto de una roca, que parece manifestar la presencia de un observador (la torre será mostrada más adelante, una vez que Jonathan esté en el lugar, en un plano más cercano y rodeado de murciélagos), un nuevo cochero llega como por arte de magia: no es otro que Drácula disfrazado, que espera al mismo tiempo a Jonathan bajo la galería -ubicuidad espeluznante de la que el héroe no parece tener todavía conciencia. La puerta de entrada se abre y se cierra sin intervención humana y, después de un último trayecto, se franquea un nuevo umbral antes de encontrar al conde que lo recibe con un reproche y Jonathan es invitado a sumergirse en un túnel que lo hace desaparecer en la sombra, como para señalar los demonios que lo esperan y hacia los cuales lo ha llevado su viaje (iniciático)
Comentario
Adaptado del Drácula de Bram Stoker, la película presenta a Jonathan Harker, joven notario enviado a Transilvania en busca de un tal conde Drácula, con una misión inmobiliaria. El joven se compromete osadamente en ese viaje lejano sin pestañear y la película lo muestra de entrada dejando a su novia al mismo tiempo que la comodidad burguesa de un lugar tranquilo. En la ruta, hace alto en un albergue en el cual los paisanos, ante la simple evocación del conde, intentan disuadirlo de ir a su destino. Jonathan se burla de lo que considera una superstición local. Mientras los animales aterrados se agitan como alertados por un mal presagio y un libro sobre vampiros encontrado en su cuarto parecen prometerle una suerte funesta, Jonathan no cede un ápice a la inquietud. Continúa su camino a pesar de la súbita defección de su cochero al acercarse al castillo. Esta serie de advertencias sobre el camino de un personaje que se dirige a un lugar desconocido marcan a menudo a los relatos fantásticos.
Cuando comienza el fragmento, el paso del puente a pie por parte del héroe, después de haberse vuelto una última vez hacia aquello que conoce (y hacia los espectadores), solemniza su entrada, a su propio riesgo y peligro, en un nuevo mundo. La traducción más célebre del cartel que comenta este plano es: “Y cuando pasó el puente, los fantasmas vinieron a su encuentro”. Murnau utiliza ahora los efectos de aceleración y de inversión del negativo para mostrar directamente en la imagen que el personaje, como el espectador, ha franqueado los límites de un mundo regido por reglas de lógica temporal y espacial. Tras un curioso plano sobre una torre lejana en lo alto de una roca, que parece manifestar la presencia de un observador (la torre será mostrada más adelante, una vez que Jonathan esté en el lugar, en un plano más cercano y rodeado de murciélagos), un nuevo cochero llega como por arte de magia: no es otro que Drácula disfrazado, que espera al mismo tiempo a Jonathan bajo la galería -ubicuidad espeluznante de la que el héroe no parece tener todavía conciencia. La puerta de entrada se abre y se cierra sin intervención humana y, después de un último trayecto, se franquea un nuevo umbral antes de encontrar al conde que lo recibe con un reproche y Jonathan es invitado a sumergirse en un túnel que lo hace desaparecer en la sombra, como para señalar los demonios que lo esperan y hacia los cuales lo ha llevado su viaje (iniciático)