Loulou

Maurice Pialat, Francia, 1980

Comentario

Las escenas de comida son muy frecuentes en el cine y complejas de filmar en términos de puesta en escena (muchos comensales difíciles de abarcar en un mismo plano, elección de los ejes). A menudo ocurre que estas escenas son un pretexto, que los comensales fingen comer. Aquí, Pialat filma la duración (la escena total dura 9 minutos) de una comida verdadera, haciendo que aparezca lo real y lo verdadero: los actores, como los personajes, comen realmente. Por la elección del decorado y del lugar (el patio de un pabellón), las ostras que degustan los personajes, tarea delicada que exige un mínimo de concentración, desafía el juego psicológico y ficcional de la escena: Nelly (Isabelle Huppert) está embarazada de Loulou (Depardieu) un pequeño delincuente que vive de lo que se presenta: a lo largo de la comida ella descubre a su familia y su entorno, bien lejano del medio refinado del que ella proviene, y la duda se instala en ella acerca de su futuro. Los platos pasan, a punto de volcarse, en medio de conversaciones que seguimos apenas, es cuestión del limón, del vinagre, de sensaciones (“esto pica”), oímos el ruido de los cubiertos y de la vajilla que se entrechocan. Sin embargo si por este solo acto de comer, los gestos de los personajes y los actores se fusionan y los obligan a improvisar y adaptar su juego (Isabelle Huppert / Nelly que casi se asfixia, tose), no se olvidan del desafío ficcional, que poco a poco surge en sus discusiones: con la llegada de este niño, ¿Loulou se decidirá a trabajar? La cámara está atenta, anticipa lo imprevisible y lo acoge. Así, el perro que, desde el inicio de la escena, merodea por la mesa está en el origen de un incidente completamente impredecible y decisivo: se pone a correr tras una gallina en el patio, la cámara sigue el movimiento, mientras que Depardieu / Loulou, en el mismo movimiento improvisado, parte en su persecución. Pialat decide conservar esa toma, que hace más marcado el desfasaje que se instala entre Nelly y los otros comensales: distraídos por el incidente que los divierte a todos no ven, a diferencia de los espectadores, la profunda melancolía que se apodera de su rostro.