Esta secuencia inicial nos ofrece un retrato de la ciudad de Berlín a través de una serie de planos descriptivos y documentales. La cámara “atrapa” momentos cotidianos de los habitantes: un paseo en moto, transeuntes caminando apurados en la vereda, terrazas de cafés, un tranvía aéreo. La cámara, a veces muy móvil, parece barrer la ciudad al azar antes de elegir a dos personajes de entre la multitud: un hombre y una mujer, a los que progresivamente va a aislar por medio de los dos únicos planos cercanos de la secuencia. A continuación, si bien el desafío ficcional asociado con el encuentro está allí para el espectador, lo real sigue muy presente, gracias a la elección de la distancia focal larga: el juego de seducción urbano (vacilaciones, intercambios de miradas), se escapa a menudo de la mirada del espectador, tapado por el paso de ómnibus o de autos. Los habitantes de la ciudad ignoran la presencia de la cámara, parecen indiferentes a esta escena de seducción, captados en el movimiento de sus ocupaciones: cruzar la calle, empujar un carro de despacho, correr para alcanzar el ómnibus… Filmadas en la década de 1920, estas escenas urbanas con un montaje muy dinámico y rítmico, son también para el espectador de hoy el testimonio de una realidad conmovedora retrospectivamente: la vida de una ciudad activa, en plena expansión económica, despreocupada, tomada aquí en un momento suspendido, justo antes de caer en la crisis económica.
Comentario
Esta secuencia inicial nos ofrece un retrato de la ciudad de Berlín a través de una serie de planos descriptivos y documentales. La cámara “atrapa” momentos cotidianos de los habitantes: un paseo en moto, transeuntes caminando apurados en la vereda, terrazas de cafés, un tranvía aéreo. La cámara, a veces muy móvil, parece barrer la ciudad al azar antes de elegir a dos personajes de entre la multitud: un hombre y una mujer, a los que progresivamente va a aislar por medio de los dos únicos planos cercanos de la secuencia. A continuación, si bien el desafío ficcional asociado con el encuentro está allí para el espectador, lo real sigue muy presente, gracias a la elección de la distancia focal larga: el juego de seducción urbano (vacilaciones, intercambios de miradas), se escapa a menudo de la mirada del espectador, tapado por el paso de ómnibus o de autos. Los habitantes de la ciudad ignoran la presencia de la cámara, parecen indiferentes a esta escena de seducción, captados en el movimiento de sus ocupaciones: cruzar la calle, empujar un carro de despacho, correr para alcanzar el ómnibus… Filmadas en la década de 1920, estas escenas urbanas con un montaje muy dinámico y rítmico, son también para el espectador de hoy el testimonio de una realidad conmovedora retrospectivamente: la vida de una ciudad activa, en plena expansión económica, despreocupada, tomada aquí en un momento suspendido, justo antes de caer en la crisis económica.