La escena comienza con un travelling lateral muy lento, en un plano muy abierto: el director dispone deliberadamente un cuadro, cinematográfico, pero también geográfico: inscribe su ficción en el corazón de una gran metrópolis de África, cuya realidad nos revela filmándola al margen del exotismo. Estamos aquí en la periferia de una ciudad de arquitectura compleja, que mezcla edificios modernos, fábricas, casillas hechas con material de desecho, ciudad hormigueante, con accesos obstruidos (un inmenso estacionamiento abarrotado). Un brusco cambio de escala de plano nos acerca a personajes cuyas voces oíamos: un grupo de niños que vende periódicos a viva voz a los automovilistas. Los frecuentes cambios de eje y la elección de la distancia focal larga, permiten captar al vuelo imágenes cotidianas de los habitantes de Dakar. Ponen también en evidencia el verdadero peligro al que se exponen los pequeños vendedores de periódicos. Parecen ignorar que están siendo filmados. Identificamos a la joven heroína del filme (la niña con muletas) mezclada entre ellos sólo si hemos visto el comienzo de la película, sino, en el fragmento, se funde en el grupo, no es identificable. Los niños están amontonados alrededor de la valla de la carretera y ocultos a nuestra mirada por el incesante paso de automóviles que pasan a toda velocidad, que a veces obstruyen el campo en primer plano, dando la sensación de su fragilidad y de la amenaza constante que planea sobre ellos. A través de estos planos muy vivaces y animados, el director da testimonio de la precariedad de la vida en el seno de una ciudad anónima, en la que cada cual, incluidos los niños, se las arregla para asegurarse el pan cotidiano.
Comentario
La escena comienza con un travelling lateral muy lento, en un plano muy abierto: el director dispone deliberadamente un cuadro, cinematográfico, pero también geográfico: inscribe su ficción en el corazón de una gran metrópolis de África, cuya realidad nos revela filmándola al margen del exotismo. Estamos aquí en la periferia de una ciudad de arquitectura compleja, que mezcla edificios modernos, fábricas, casillas hechas con material de desecho, ciudad hormigueante, con accesos obstruidos (un inmenso estacionamiento abarrotado). Un brusco cambio de escala de plano nos acerca a personajes cuyas voces oíamos: un grupo de niños que vende periódicos a viva voz a los automovilistas. Los frecuentes cambios de eje y la elección de la distancia focal larga, permiten captar al vuelo imágenes cotidianas de los habitantes de Dakar. Ponen también en evidencia el verdadero peligro al que se exponen los pequeños vendedores de periódicos. Parecen ignorar que están siendo filmados. Identificamos a la joven heroína del filme (la niña con muletas) mezclada entre ellos sólo si hemos visto el comienzo de la película, sino, en el fragmento, se funde en el grupo, no es identificable. Los niños están amontonados alrededor de la valla de la carretera y ocultos a nuestra mirada por el incesante paso de automóviles que pasan a toda velocidad, que a veces obstruyen el campo en primer plano, dando la sensación de su fragilidad y de la amenaza constante que planea sobre ellos. A través de estos planos muy vivaces y animados, el director da testimonio de la precariedad de la vida en el seno de una ciudad anónima, en la que cada cual, incluidos los niños, se las arregla para asegurarse el pan cotidiano.