Cukor filma esta escena desde el punto de vista de un espectador de teatro, punto de vista frontal, central, perfectamente en eje con la pared del fondo. Los dos personaje tienen su propio espacio fuera de campo, en el que se visten para una fiesta: lado derecho para el hombre y lado izquierdo para la mujer.
Los mismos personajes aparecen o se ocultan de los ojos del espectador según entren o salgan de este espacio, como en un escenario teatral. Ciertas acciones, como la del cambio de ropa de la mujer (que pasa de un vestido blanco a un vestido negro) y del hombre (que pasa de un traje gris a un traje negro de fiesta), ocurren completamente fuera de campo, ocultos al espectador, que sólo ve los resultados cuando los personajes aparecen.
Este escenario teatral que constituye el salón, permanece completamente vacío varias veces y sólo las voces en off permiten imaginar adónde están los personajes y qué están haciendo. La mujer entra una vez en el espacio de su marido, a derecha, para darle un beso pues él acaba de regalarle un sombrero: la imagen de ese beso, muy sonoro, se ocultará al espectador. La puesta en escena propone un juego de escondidas entre los personajes y entre los personajes y la mirada del espectador.
Comentario
Cukor filma esta escena desde el punto de vista de un espectador de teatro, punto de vista frontal, central, perfectamente en eje con la pared del fondo. Los dos personaje tienen su propio espacio fuera de campo, en el que se visten para una fiesta: lado derecho para el hombre y lado izquierdo para la mujer.
Los mismos personajes aparecen o se ocultan de los ojos del espectador según entren o salgan de este espacio, como en un escenario teatral. Ciertas acciones, como la del cambio de ropa de la mujer (que pasa de un vestido blanco a un vestido negro) y del hombre (que pasa de un traje gris a un traje negro de fiesta), ocurren completamente fuera de campo, ocultos al espectador, que sólo ve los resultados cuando los personajes aparecen.
Este escenario teatral que constituye el salón, permanece completamente vacío varias veces y sólo las voces en off permiten imaginar adónde están los personajes y qué están haciendo. La mujer entra una vez en el espacio de su marido, a derecha, para darle un beso pues él acaba de regalarle un sombrero: la imagen de ese beso, muy sonoro, se ocultará al espectador. La puesta en escena propone un juego de escondidas entre los personajes y entre los personajes y la mirada del espectador.