En esta secuencia, los niños convierten la obra en un verdadero inmueble en construcción y crean allí por medio del juego una casa imaginaria. Inventan, con la potencia infantil del juego, un mudo paralelo al mundo bien real del trabajo de construcción. Con pedazos de materiales sacados de la obra (fragmentos de ladrillos y de tablas) se imaginan una casa en miniatura, cuyas piezas y su uso (comedor, cuarto) existen solamente por el hecho de nombrarlos y de delimitar la ubicación. La obra también les sirve de soporte concreto para otros juegos imaginarios: las vigas se convierten en tobogán, las paredes en construcción se vuelven una superficie para dibujar un cohete, evocar personajes. Uno de los niños, que tiene aspecto de desinteresarse del juego colectivo de sus compañeros, se entrega a un juego solitario que consiste en lanzar delante de él, en el vacío, las piedras que ha recogido. Un obrero que llega a la obra para comenzar su jornada de trabajo descubre esta casa “competidora” que ha surgido en una noche con su propio techo, sus paredes y sus puertas. Pero el trabajo de los adultos retoma su curso, en su temporalidad mucho más larga, con sus grúas gigantes y su aspereza.
Comentario
En esta secuencia, los niños convierten la obra en un verdadero inmueble en construcción y crean allí por medio del juego una casa imaginaria. Inventan, con la potencia infantil del juego, un mudo paralelo al mundo bien real del trabajo de construcción. Con pedazos de materiales sacados de la obra (fragmentos de ladrillos y de tablas) se imaginan una casa en miniatura, cuyas piezas y su uso (comedor, cuarto) existen solamente por el hecho de nombrarlos y de delimitar la ubicación. La obra también les sirve de soporte concreto para otros juegos imaginarios: las vigas se convierten en tobogán, las paredes en construcción se vuelven una superficie para dibujar un cohete, evocar personajes. Uno de los niños, que tiene aspecto de desinteresarse del juego colectivo de sus compañeros, se entrega a un juego solitario que consiste en lanzar delante de él, en el vacío, las piedras que ha recogido. Un obrero que llega a la obra para comenzar su jornada de trabajo descubre esta casa “competidora” que ha surgido en una noche con su propio techo, sus paredes y sus puertas. Pero el trabajo de los adultos retoma su curso, en su temporalidad mucho más larga, con sus grúas gigantes y su aspereza.