Uno de los medios utilizados por ciertos directores para captar algo de lo real, sin filtros ni engaños posibles, es filmar un cuerpo que hace verdaderamente algo. Aquí, el niño juega al béisbol frente a una máquina que le lanza pelotas y le impone su ritmo: Joey, absorto como está en el juego, olvida que está actuando. La cámara, muy baja, a su altura, filma en algunos planos fijos el rendimiento físico del pequeño actor: el bate parece demasiado pesado para él, forzando a su cuerpo a contorsionarse; cae, se levanta, se lastima... La cámara misma forma parte del dispositivo que incluye su parte de imprevisto (las pelotas llegan de manera totalmente aleatoria): al recibir una pelota, la cámara se mueve ligeramente, pero el camarógrafo parece impasible y la toma no se detiene por eso, capturando a la vez el esfuerzo físico del chico y sus efectos sobre su cuerpo: falta de aire, sudor… todo esto ocurre en realidad, mientras que la cámara no hace más que registrarlo, aunque los encuadres están cuidadosamente elegidos para que podamos observar todo lo que ocurre (alternancia de planos abiertos, que muestran la “jaula” en la cual está y a los espectadores en la profundidad del campo, y planos más cercanos). La música sumada al montaje -un fragmento de armónica que parece improvisado- acompaña las vacilaciones del niño, asociadas a lo imprevisible de la escena. Aquí el actor desaparece detrás del niño que juega “de verdad”.
Comentario
Uno de los medios utilizados por ciertos directores para captar algo de lo real, sin filtros ni engaños posibles, es filmar un cuerpo que hace verdaderamente algo. Aquí, el niño juega al béisbol frente a una máquina que le lanza pelotas y le impone su ritmo: Joey, absorto como está en el juego, olvida que está actuando. La cámara, muy baja, a su altura, filma en algunos planos fijos el rendimiento físico del pequeño actor: el bate parece demasiado pesado para él, forzando a su cuerpo a contorsionarse; cae, se levanta, se lastima... La cámara misma forma parte del dispositivo que incluye su parte de imprevisto (las pelotas llegan de manera totalmente aleatoria): al recibir una pelota, la cámara se mueve ligeramente, pero el camarógrafo parece impasible y la toma no se detiene por eso, capturando a la vez el esfuerzo físico del chico y sus efectos sobre su cuerpo: falta de aire, sudor… todo esto ocurre en realidad, mientras que la cámara no hace más que registrarlo, aunque los encuadres están cuidadosamente elegidos para que podamos observar todo lo que ocurre (alternancia de planos abiertos, que muestran la “jaula” en la cual está y a los espectadores en la profundidad del campo, y planos más cercanos). La música sumada al montaje -un fragmento de armónica que parece improvisado- acompaña las vacilaciones del niño, asociadas a lo imprevisible de la escena. Aquí el actor desaparece detrás del niño que juega “de verdad”.