En esta secuencia los internos del colegio se rebelan contra la autoridad encarnada por los adultos caricaturescos de esta triste institución.
Todo ocurre como si el remolino de la rebelión infantil afectara a la representación misma, tanto como a la del espacio y el tiempo. Al comienzo de la escena, en los planos generales y en ángulo picado del dormitorio domina todavía la geometría rígida y represiva del internado. Después, poco a poco, las referencias geométricas se borran y el universo pierde sus referencias estables: los niños crean un remolino de movimientos permanente. Para terminar la escena, Vigo elige hacerla más lenta para transformar, durante la imitación de la procesión, la realidad gris en un mundo irreal y esponjoso. Los pedazos de universo filmados se convierten en una especie de acuario en el cual los niños y las plumas de las almohadas están como en suspensión, escapados de la gravedad y de la perspectiva. La música acompaña esta salida del realismo y contribuye a crear un universo aparte, onírico, el de la liberación lúdica de las leyes y las reglas que dirigen ese universo represivo del colegio. La rebelión es un juego alegre que contamina a la propia película y produce alegría en el espectador.
Comentario
En esta secuencia los internos del colegio se rebelan contra la autoridad encarnada por los adultos caricaturescos de esta triste institución.
Todo ocurre como si el remolino de la rebelión infantil afectara a la representación misma, tanto como a la del espacio y el tiempo. Al comienzo de la escena, en los planos generales y en ángulo picado del dormitorio domina todavía la geometría rígida y represiva del internado. Después, poco a poco, las referencias geométricas se borran y el universo pierde sus referencias estables: los niños crean un remolino de movimientos permanente. Para terminar la escena, Vigo elige hacerla más lenta para transformar, durante la imitación de la procesión, la realidad gris en un mundo irreal y esponjoso. Los pedazos de universo filmados se convierten en una especie de acuario en el cual los niños y las plumas de las almohadas están como en suspensión, escapados de la gravedad y de la perspectiva. La música acompaña esta salida del realismo y contribuye a crear un universo aparte, onírico, el de la liberación lúdica de las leyes y las reglas que dirigen ese universo represivo del colegio. La rebelión es un juego alegre que contamina a la propia película y produce alegría en el espectador.